El poder del sí


En algún momento de la vida todos pasamos por situaciones difíciles que nos despiertan emociones dolorosas de rabia, tristeza, miedo, inseguridad... Vivimos relaciones que nos irritan, separaciones, pérdidas de seres queridos o conflictos en el trabajo, y nuestra reacción natural, aquella que experimentamos de forma automática, es de rechazo, de ganas de que eso acabe, de deseo que todo cambie y las cosas vuelvan a "estar bien". Nos pasamos días, semanas, meses e incluso años diciendo que una situación no nos gusta, que no la queremos, esperando que un día, por fin, desaparecerá de nuestra vida y podremos ser felices.

Pero nuestra existencia humana lleva implícitas las experiencias dolorosas. Nos hacen daño y nosotros también lo hacemos, tenemos desengaños y fracasos, sufrimos enfermedades y pérdidas irreparables... En lugar de dejar que nuestras emociones fluyan libremente, a menudo nos incomodan y queremos que desaparezcan. Entonces, encima de estar viviendo una situación difícil debemos hacer el sobreesfuerzo de cargar con la sensación de rechazo que nos genera y con el peso de unas emociones que nos desagradan profundamente.

Cuando desarrollamos la capacidad de decir "sí" a cualquier circunstancia descubrimos una libertad que nos permite vivir cada momento con plena conciencia y a la vez con una capacidad de aceptación que hace que seamos capaces de experimentar "los malos momentos" sin juzgarlos. Esta aceptación, sin embargo, no quiere decir que tengamos que mantener situaciones que ponen en peligro nuestra integridad personal o que nos limitan. Decir "sí" no es estar de acuerdo con un comportamiento perjudicial ni aceptar una creencia que impide nuestro crecimiento. Es la voluntad honesta y valiente de estar plenamente presente en la vida tal y como es. Es mantener un estado de calma que nos permite, cuando es necesario, tomar decisiones sobre nuestra vida sin que lo hagamos movidos por el miedo. Decir "sí" nos ayuda a cuestionar nuestra manera natural de resistirnos, de controlar nuestra experiencia y nos ayuda a desarrollar la capacidad de estar presentes en todo momento de manera incondicional.

El siguiente es un ejercicio que puedes hacer siempre que te encuentres en una de estas situaciones dolorosas o sencillamente para acostumbrarte al procedimiento para cuando lo necesites. Puedes hacerlo como meditación o leerlo en un rato en que sepas que no tendrás interrupciones y podrás reflexionar con tranquilidad.

Haz algunas respiraciones profundas que te ayuden a relajarte y que te sirvan para estar completamente presente aquí y ahora. Piensa en alguna situación de tu vida que actualmente te preocupe, una situación difícil que quizás te despierta una reacción de rabia, miedo, dolor, pena ... Deja que llene tu conciencia del todo y observa qué parte de esta experiencia te exige más esfuerzo. Déjate llevar hasta notar lo que te resulta más difícil de esta situación. Puede ser una relación con alguien que te despierta irritación, dolor o inseguridad, la pérdida de un ser querido, las luchas de poder con un hijo; quizá es una enfermedad crónica o un comportamiento del que te arrepientes. Tómate unos momentos para entrar plenamente en contacto con los sentimientos que te despierta esta situación. ¿De qué tienes miedo? ¿Qué es lo que verdaderamente es tan malo? ¿Qué puede pasar? ¿Qué significa para ti y para tu futuro? Toma conciencia de las sensaciones que te despierta.

Para que puedas comprobar qué sucede cuando rechazas una experiencia, cuando intentas evitar sentir las dificultades, prueba a decir "no" a todo lo que estás experimentando ahora. Mientras sientes el dolor de la situación, lo que no te gusta, dirige mentalmente el flujo de la palabra "no" a tus sentimientos. "No" al carácter desagradable del miedo, de la rabia, de la vergüenza, de la tristeza. Deja que la palabra "no" lleve toda la carga de su esencia, rechazando y apartando lo que estás experimentando. "No" comunica "Esto es malo", "Esto no está bien", "No quiero", "No me gusta". ¿Qué sientes cuando dices "no" a una experiencia de tu vida? ¿Como sientes esa resistencia? ¿Qué les pasa a tus sentimientos dolorosos, a tu rabia, tu miedo o tu tristeza cuando dices "no"? ¿Qué le pasa a tu corazón? Puedes imaginar cómo serían los próximos días, semanas o meses si cada vez que te encontraras con esta situación dijeras "no". ¿Qué sientes de ti mismo / a? ¿Te gustas cuando dices "no"?

Ahora para y tómate unos momentos para respirar. Vuelve a pensar en la misma situación, incluso en la parte más difícil, la que más te cuesta soportar, sintiendo de qué tienes miedo, qué es lo que no está bien. Esta vez, sin embargo, di "sí" a todo lo que sientes. Dirige la corriente de la palabra "sí" a tu experiencia. Deja que tus sentimientos se rodeen de la esencia de la palabra "sí", no sólo de su significado léxico sino del espíritu del "sí", su suavidad, su dulzura, su aceptación, su capacidad de permitir. Puedes intentar decir a todo lo que sientes "Está bien", "Está bien", "Esto también lo puedo incluir en mi corazón". Cualquier cosa que surja, explora qué pasa cuando la recibes con la ternura y la apertura del "sí". Aunque sientas resistencia, aunque sientas la influencia del "no", mira lo que sucede cuando esto también lo incluyes en el "sí", en el campo aún mayor del "sí". "Sí" al miedo, "sí" al dolor, "sí" a la tristeza. Quizás ahora te sientes tenso/a o inquieto/a. Di también "sí" a eso. ¿Cómo te sientes cuando dices "sí"? ¿Sientes algún tipo de alivio? ¿Sientes más espacio en tu mente? ¿Qué pasa con tu incomodidad cuando dices "sí"? ¿Es más intensa o se disuelve? ¿Qué le pasa a tu corazón cuando dices "sí"? Imagina que en los próximos días y semanas, cada vez que surja esta situación, puedes parar, sentir qué está pasando en ese momento y acoger esta experiencia con un "sí". Ahora mismo, mientras acoges todo lo que estás sintiendo, ¿qué sientes sobre ti mismo/a y sobre quién eres? Hazte el propósito de decir "sí" a cualquier experiencia que surja. Cuando se siente la aceptación completa en el corazón, ésta se transforma en entrega, en rendición. Rendición a la verdad de quienes somos. Observa qué pasa cuando tu corazón se abre por completo a las expresiones cambiantes de tu vida.

Sin duda es difícil mantener este estado de "Buda" de manera permanente, pero no imposible. Como todo en la vida, requiere práctica. Todos nos dejamos arrastrar por el día a día, pero si al menos de vez en cuando nos regalamos este pequeño espacio de aceptación y de calma, sin duda en notaremos sus efectos y nos ayudará a recuperar las fuerzas para seguir adelante.

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